Para estar en plena forma no necesitas machacarte en el gimnasio. Basta con que vigiles un poco tu alimentación y límites los excesos. Quítate de la cabeza esa imagen de Bridget Jones ahogando sus frustraciones amorosas en chocolate y decántate por un estilo de vida saludable. Estas son las recomendaciones básicas que cualquier preparador físico podría darte, pero ¿alguien te ha dicho alguna vez que las mejores dietas empiezan y acaban con el sexo? Nosotros te desvelamos el secreto.
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Dietas, sexo y mitos populares
En España somos muy dados al chascarrillo y a la broma fácil. ¿Cuántas veces no hemos escuchado hablar de las muy célebres dietas del cucurucho, del Benito, del Andrés, del Guido, de Granada, del Mingo o del día libre? Cada una de ellas tiene su propia coletilla y si a estas alturas no te las sabes, es que algo falla en tu cultura general. Antes de que un niño de 12 años te haga enrojecer superándote en sabiduría, corre a Google y búscalas. O, mejor, sigue leyendo este post. Seguro que te cundirá más.
La “sexdiet”, todo un invento
La combinación de ejercicio y buena alimentación conjuga perfectamente con la práctica habitual del sexo al tiempo que cuidamos lo que comemos. Es la manera más placentera de practicar una actividad aeróbica sin necesidad de buscar un aliciente extra. ¿Qué mejor estímulo que alcanzar el orgasmo? Algunos estudios apuntan a que en cada sesión de sexo se pueden consumir hasta 500 calorías. Todo depende, claro está, de la intensidad de la práctica, de las posturas en cuestión y de la duración del sexo. El misionero, por ejemplo, permite eliminar hasta 240 calorías si se realiza durante al menos media hora y unas tres veces por semana. A mayor esfuerzo, mejores resultados. Y es que las relaciones sexuales aumentan la resistencia y el tono muscular, permitiéndonos quemar energía y liberar toxinas. Si te apuntas a un plan de sexo gimnástico, combínalo con muchas ensaladas, carnes y pescados a la plancha con una buena guarnición de verduras a la parrilla o hervidas y algún puré ligero. Y para ponerle la guinda a tu “sexdiet”, homenajéate con un poco de sexo entre fogones. La encimera será tu aliada clásica. El hombre debe estar de pie, cogiéndola a ella por detrás para penetrarla. Si ella se inclina ligeramente hacia adelante podrá notar cómo su punto G recibe un estímulo extra. ¡Pura pasión en la cocina!
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