Las bombas de erección existen, es un hecho, incluso nosotros las vendemos. De eso no hay duda pero, ¿funcionan? Y en tal caso ¿cómo?
Cuando un hombre es estimulado sexualmente, ya sea por la vía del tacto, la vista o la imaginación, activa ciertos nervios que llevan una señal a la zona dorsal del cuerpo, y de ahí otra señal, a través del nervio pélvico, ordena al pene que relaje las arterias, lo que produce que la sangre pueda entrar libremente en las cavidades internas de este. Durante el proceso de erección entra más sangre en las cavidades de la que puede salir, lo que da como resultado un paulatino aumento de tamaño producido por el empuje que la presión sanguínea ejerce en las paredes internas del pene. Una vez alcanzada la presión adecuada la sangre queda bloqueada en el interior del miembro, habiéndose consumado la erección, que perdurará mientras se mantenga la excitación sexual.
El punto en el que las bombas de erección hacen su trabajo es en el volumen de sangre que entra en las cavidades. El pene se introduce en la bomba y se ajusta a la base de la misma. Esto crea las condiciones para que se pueda realizar un vacío, mediante succión, a través de la manipulación de la pera u otro dispositivo que la bomba lleva incorporada. El vacío tira de las paredes del pene hacia afuera, ya que este tiende a ocupar el espacio que antes estaba ocupado por el aire que hemos extraído con la succión, permitiendo que las cavidades del pene acepten un mayor volumen de sangre, lo que se traduce en una mayor longitud de erección, un mayor grosor y un aumento en la rigidez del pene. Habitualmente se suele colocar como complemento un anillo que, ajustado a la base del miembro, prolonga la erección al ayudar a mantener la sangre dentro del mismo.
Esta es, a grandes rasgos, la razón por la cual las bombas de erección son una de las opciones -junto a cremas, extensores y otros productos- más utilizadas para producción una erección más satisfactoria, tanto para él como para ella.